Tu cuerpo engloba vida en su interior, un gran ecosistema de 100 billones de microorganismos –en su gran mayoría bacterias– que conviven en perfecta armonía principalmente en nuestro intestino grueso o colon, formando la llamada microbiota intestinal (antiguamente llamada flora o microflora).
Bacterias intestinales y salud
Las bacterias intestinales son unos pequeños inquilinos que nos proporcionan beneficios como la síntesis de las vitaminas B y K y algunos ácidos grasos, la digestión de los alimentos de origen vegetal, la protección frente a microorganismos patógenos y el desarrollo de nuestras defensas, entre otros. Es por eso que las bacterias intestinales tienen que estar tranquilas y equilibradas para que nuestra salud sea óptima, y es que ya hace más de 2000 años que Hipócrates -el considerado padre de la medicina de Occidente- dijo “todas las enfermedades tienen su origen en el intestino”.
Las bacterias intestinales, un ecosistema frágil al que cuidar
Nuestro intestino es como un bosque en el que tienen que crecer árboles sanos y fuertes (los probióticos, que son las bacterias saludables que aportamos con la alimentación). Para que crezcan buenos árboles se necesita un buen abono que en este caso será en forma de alimentos vegetales, como los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos, los tubérculos, las hortalizas y las frutas (técnicamente los alimentos que nutren a las bacterias beneficiosas del intestino se llaman prebióticos).
Es importante que a este bosque le demos un empujoncito sembrando nosotros mismos las bacterias intestinales beneficiosas con alimentos fermentados como el yogur, kéfir, chucrut, algunos derivados de la soja (miso, tempeh), te kombucha, etc. Sin embargo, para asegurarnos que las bacterias que tomamos lleguen en condiciones adecuadas al intestino grueso que es donde se van a encontrar con sus demás compañeras y ejercer su acción, es mejor tomarlas en forma de probióticos. Los puedes encontrar comercializados en forma de cápsulas, viales, sobres e incluso comprimidos masticables. Así, con los probióticos podemos controlar el tipo y cantidad de bacterias que ingerimos y, sobre todo, nos aseguramos que lleguen sanas y salvas al intestino grueso después de atravesar todo el aparato digestivo.
Consecuencias de un desequilibro en las bacterias intestinales
Cuando nuestras bacterias intestinales pasan hambre debido a una dieta pobre en alimentos vegetales, proliferan las bacterias nocivas. A veces, este desequilibrio puede venir provocado por una toma de antibióticos, estrés psicológico, o por predisposición genética. Y es que este gran ecosistema –el intestino humano es uno de los ecosistemas más densamente poblados de la Tierra– es extremadamente sensible. Este desequilibrio en nuestras bacterias intestinales es habitual que se produzca cuando hay algún trastorno digestivo y también se ha relacionado con enfermedades que tienen poca relación aparente con el intestino, como la dermatitis atópica, la obesidad, la diabetes tipo 2, el hígado graso no alcohólico e incluso la depresión y el autismo.
Ten siempre presente que tus bacterias intestinales son un buen indicador de tu estado de salud. Lo que pasa en el intestino no se queda en el intestino. Recuerda incorporar en tu alimentación diaria cuanta más variedad de alimentos de origen vegetal mejor. Además, los probióticos y los alimentos fermentados son un buen aliado para tu salud intestinal cuando estés con tratamiento antibiótico o en situaciones de estrés.
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Bibliografía
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